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El traductor y el intérprete, cuando trabajan, no están solos. Desde el momento en que asumen el compromiso de verter un texto en una lengua diferente de aquella en que fue creado, hasta aquel otro en que entregan su trabajo para que pase a formar parte del acervo de la cultura destino, su quehacer pasa por una serie de fases que tienen dos objetivos principalmente. El primero de ellos, permitir la comprensión del texto de partida sacando a la luz, de un lado, la estructura y jerarquización de los conceptos en él presentados; de otro, los efectos y relaciones que este artefacto tiene en el entorno cultural en el que se produjo. El segundo de dichos objetivos será la elaboración de un texto que, respetando las normas de producción textual propias de la cultura destino, traslade a ésta en el mayor grado posible los aspectos anteriormente señalados de la cultura origen. En cualquiera de las dos fases, el traductor y el intérprete recurren a materiales y conocimientos diversos que tienen una función instrumental y a los que nos referimos aquí con el nombre de «herramientas». Las herramientas del traductor pretende reflexionar, desde un enfoque teórico-práctico ligado a su quehacer habitual, sobre algunas de las características y uso de estas ayudas que facilitan la tarea traslaticia y posibilitan un resultado más feliz. Tras El papel del traductor (MORILLAS, Esther-Juan Pablo ARIAS, eds., Salamanca: Colegio de España, 1997), los integrantes del Grupo de Investigación Traductología proponemos nuevos ensayos para la reflexión y el análisis. Comenzamos por el que puede considerarse el útil por antonomasia del traductor: el diccionario. Su uso está presente en cualquiera de las fases de la traducción y, a menudo, plantea dificultades de todo tipo. De una de ellas, «la palabra inencontrable», se ocupa Carmen Mata Pastor. En su estudio se plantea las razones de que la relación entre traductor y diccionario no sea siempre lo eficaz que sería deseable, analizando en qué medida esto es responsabilidad del propio traductor, de los obstáculos derivados de las características y funcionamiento de las lenguas en juego, de las peculiaridades del texto objeto de traducción, o de las obras de consulta utilizadas.